Por Juan Pablo Ojeda
A medida que la histórica Catedral de Notre Dame de París se prepara para reabrir sus puertas al público en diciembre de 2024, un elemento fundamental de su renovado interior está siendo cuidadosamente ultimado: un gran relicario que albergará las tres preciadas reliquias de la Pasión de Cristo que la catedral ha conservado durante siglos. Este relicario, que incluye la corona de espinas, un clavo de la crucifixión y un trozo de madera de la cruz, es una de las piezas más simbólicas de la restauración tras el devastador incendio que casi destruyó la catedral en abril de 2019.
En un taller de la Fundación de Coubertin en París, un equipo de artesanos liderado por el arquitecto y diseñador Sylvain Dubuisson trabaja en los últimos detalles de este relicario de estilo contemporáneo, que promete ser una obra maestra tanto en términos de su diseño como en su importancia religiosa y cultural. Con aproximadamente tres metros de altura, el relicario está compuesto por un gran cajón de mármol que guarda el clavo y el fragmento de la cruz, mientras que la corona de espinas, la reliquia más emblemática, ocupa el centro de la estructura, rodeada por una serie de cristales que permiten una visualización cercana y magnánima.
El relicario, que será trasladado a Notre Dame dentro de dos semanas, estará listo para adornar el interior de la catedral y se espera que sea inaugurado el próximo 8 de diciembre, fecha en la que se celebrará el primer oficio religioso con público desde el trágico incendio. Este nuevo relicario no solo tiene un valor histórico, sino también simbólico, ya que representa la restauración de uno de los monumentos más visitados del mundo, además de servir como un vínculo entre la tradición cristiana y el arte contemporáneo.
Una obra de arte que celebra la Pasión
El diseño del relicario no solo responde a una necesidad funcional de preservar las reliquias, sino también a una intención artística. La estructura vertical de metal, de forma circular y rodeada de cristal, permite que la luz pase a través de las piezas de vidrio, creando un juego de reflejos que proyecta la historia de la Pasión más allá del relicario mismo. Según el vicerrector de la catedral, Guillaume Normand, esta luz simboliza la proyección de la «historia de la magnitud de la Pasión» y aporta una majestuosidad al relato cristiano de la que la catedral ha sido testigo durante más de ochocientos años.
El relicario ha sido diseñado para que los visitantes puedan acercarse lo más posible a las reliquias, en especial a la corona de espinas, la más antigua y venerada de las tres reliquias. Esta pieza ha estado en París desde el siglo XIII, y su traslado al nuevo relicario subraya la importancia religiosa y espiritual de Notre Dame para millones de fieles de todo el mundo.
Restauración y simbolismo tras el incendio de 2019
La reconstrucción de Notre Dame ha sido un proyecto monumental, no solo en términos de restaurar una de las estructuras más emblemáticas de la arquitectura gótica, sino también como un símbolo de la resiliencia de Francia y del mundo cristiano ante la tragedia. La destrucción parcial de la catedral en 2019 dejó una herida profunda en la cultura global, pero también un fuerte compromiso por parte de la sociedad y las autoridades para restaurarla, tanto en su aspecto físico como en su legado espiritual.
Este relicario es una parte fundamental de ese proceso de restauración, que culminará con la reapertura de la catedral en diciembre de 2024. Además, se espera que la recuperación de las reliquias y la inauguración del relicario generen un importante interés turístico y religioso, reactivando uno de los sitios más venerados del mundo cristiano.