Por Bruno Cortés
En el bullicioso mundo del Congreso mexicano, la diputada Noemí Luna Ayala, coordinadora del Grupo Parlamentario del PAN, ha salido al paso para advertir sobre una reforma que ha encendido alarmas en el panorama político. Según Luna Ayala, esta reforma, que modifica los artículos 105 y 107 de la Constitución, no es solo un cambio legislativo más, sino un posible primer paso hacia un Estado autocrático. Su argumento es contundente: al eliminar los contrapesos y los recursos judiciales para que los ciudadanos impugnen cambios constitucionales, se está dando un grave retroceso democrático.
En su comunicado, la diputada no se guardó nada. Afirmó que esta reforma rompe la división de poderes, socava los derechos humanos y convierte a México en un país vulnerable ante abusos por parte del Gobierno Federal. En su opinión, este tipo de medidas dejan a la ciudadanía desprotegida, sin herramientas legales para defenderse.
Luna Ayala también criticó el proceso mediante el cual se aprobó esta reforma, tildándolo de “desaseado”. Aseguró que el PAN no se quedará de brazos cruzados y que su lucha continuará en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Si la situación lo requiere, incluso llevarán el tema a instancias internacionales. Su mensaje es claro: la reforma abre la puerta a violaciones de derechos humanos y a cambios que van en contra de los principios democráticos que deberían regir en el país.
Además, la diputada señaló que esta situación debilita el federalismo, dejando a los estados desprotegidos frente a las decisiones del Gobierno central. Con ello, advirtió que podríamos estar a las puertas de un país donde los abusos y atrocidades se vuelvan cotidianos, tal como ocurre en regímenes autocráticos.
El compromiso del PAN, según Luna Ayala, es firme: defenderán la libertad, la democracia y un Poder Judicial independiente. No están dispuestos a ceder ante lo que consideran tiranía, y prometen seguir alzando la voz por un México mejor. En sus propias palabras, “rechazamos rotundamente esta reforma que intenta imponer una autocracia disfrazada de democracia”.
Así que, mientras se calientan los ánimos en el Congreso, la oposición se mantiene alerta. La batalla por el futuro democrático de México parece estar en su apogeo, y cada movimiento cuenta.